La Playa de El Camello es una playa urbana situada al norte de la Península de La Magdalena, en Santander, Cantabria. Este arenal de arena fina y dorada, con 200 metros de longitud y un ancho promedio de 50 metros, es una opción muy popular entre residentes y turistas que buscan disfrutar de las aguas cristalinas y moderadas del Cantábrico.

El nombre de esta playa proviene de una curiosa formación rocosa que emerge durante la bajamar y se asemeja a un camello, convirtiéndose en un distintivo único de este rincón costero. Además, la orografía de la playa, salpicada de rocas de diversas formas, la convierte en un lugar ideal para la práctica de snorkel y para los interesados en la geología.

Una de las imágenes más emblemáticas de esta playa es la gran formación rocosa ubicada a la izquierda del arenal, coronada por la escultura “Neptuno Niño”, conocida popularmente como “Niño Pez”. Esta obra de Ramón Muriedas, que representa al joven dios romano del mar con su tridente, es un símbolo de la ciudad y ofrece un toque artístico al paisaje, destacando sobre las olas y las vistas a la Península de la Magdalena y su majestuoso Palacio rodeado de pinos.

La Playa de El Camello es también famosa por sus juegos de pala cántabra, con una tradición tan fuerte que cuenta con la única asociación oficial de palistas de la región, quienes se reúnen para disfrutar y mantener viva esta actividad tradicional.

Con una alta afluencia de visitantes durante los meses de verano, esta playa cuenta con un agradable paseo marítimo y dispone de múltiples infraestructuras y servicios, como baños públicos ecológicos y portátiles, silla anfibia para personas con movilidad reducida, y amplias zonas de aparcamiento. También está bien comunicada con el centro de la ciudad a través de un carril bici y de transporte público frecuente.

Esta playa, que ostenta la prestigiosa "Q" de Calidad Turística y el certificado EMAS, cuenta además con un detalle cultural distintivo en el muro del aparcamiento: una cita de la obra Gloria de Benito Pérez Galdós que da explicación a su nombre. Galdós escribió: “A la izquierda de la boca de la ría había una serie de rocas que se mostraban completamente en marea baja, y en la pleamar eran indicadas por móviles espumarajos del agua. Uno de los peñascos tenía forma parecida a un camello, y de aquí vino el nombre dado a todo el arrecife”.